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Este sábado las horas con luz del sol se consumieron lentas, cual domingo. Tras la espera llegó una charla de esas que te regalan paz y confort, de las que sólo obtienes cuando coincides con alguien que realmente entiendes y hace lo mismo por ti. Entre una palabra y otra, surgió el tema de las fechas, que si se olvidan o se recuerdan; que si importan o si no... la verdad es que tiempo atrás contaba con brillantes capacidades para fijar, atesorar, idealizar, sobre-valorar y por supuesto, recordar fechas y esperar que otros lo hicieran. Pasaron los meses y sucesos; las ideas cambiaron y con ellas, mis prioridades y el modo de vivir. Hoy día, pasan por alto muchos cumpleaños y aniversarios, fechas tristes y muy felices. Nada es para siempre, un día no se repite, una gota que cae no vuelve a caer (al menos no desde el mismo lugar, no de igual forma). En mi baúl, no encuentro fechas, sino momentos que se viven y recuerdan como tales. Momentos que pasan y se consumen; se atesoran por lo que significaron y se reviven de acuerdo al sentir. Cuando nace un "te quiero", un beso, un abrazo, un obsequio, una sonrisa, un "gracias" o una palabra de afecto...es especial porque surge y no porque una fecha lo ha exigido. Ahora sé que esto de las fechas es una más de las complicaciones que de gratis añadimos a la vida. Supongo que les mantendré respeto, sobre todo cuando se trate de aquellos que están siempre en mí y que hacen de los momentos: recuerdos, luz y sonrisas que se vuelven a vivir.

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Este sábado las horas con luz del sol se consumieron lentas, cual domingo. Tras la espera llegó una charla de esas que te regalan paz y confort, de las que sólo obtienes cuando coincides con alguien que realmente entiendes y hace lo mismo por ti. Entre una palabra y otra, surgió el tema de las fechas, que si se olvidan o se recuerdan; que si importan o si no... la verdad es que tiempo atrás contaba con brillantes capacidades para fijar, atesorar, idealizar, sobre-valorar y por supuesto, recordar fechas y esperar que otros lo hicieran. Pasaron los meses y sucesos; las ideas cambiaron y con ellas, mis prioridades y el modo de vivir. Hoy día, pasan por alto muchos cumpleaños y aniversarios, fechas tristes y muy felices. Nada es para siempre, un día no se repite, una gota que cae no vuelve a caer (al menos no desde el mismo lugar, no de igual forma). En mi baúl, no encuentro fechas, sino momentos que se viven y recuerdan como tales. Momentos que pasan y se consumen; se atesoran por lo que significaron y se reviven de acuerdo al sentir. Cuando nace un "te quiero", un beso, un abrazo, un obsequio, una sonrisa, un "gracias" o una palabra de afecto...es especial porque surge y no porque una fecha lo ha exigido. Ahora sé que esto de las fechas es una más de las complicaciones que de gratis añadimos a la vida. Supongo que les mantendré respeto, sobre todo cuando se trate de aquellos que están siempre en mí y que hacen de los momentos: recuerdos, luz y sonrisas que se vuelven a vivir.