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S I N  M I E D O  A  N A D A.

"… Se que lo que les he contado debe ser difícil de creer, mis queridos Yayoi y Saga, pero es cierto, tan cierto como el cielo azul que nos cobija, tan cierto como el amor que los une y que ahora puedo decir que yo también conozco, porque lo comparto con el ser al que más he querido en ambos mundos.

Mi querido Kanon tuvo razón en lo que les dijo, soy feliz a su lado, mas feliz de lo que jamás lo fui antes, y de lo que sería su hubiera decidido renunciar y volver. Cielos! Como me encantaría que conocieran mi nuevo hogar, es un sitio tan distinto, tan hermoso, creo que encajarían perfectamente ya que muchas de las ideas que allá tenemos que guardar para nosotros, aquí son costumbre y ley.

Me hubiera gustado tanto que estuvieran en la boda…
No saben cómo los echo de menos…

Pero mi amiga Tethys una vez me dijo que el amor une, más allá de la distancia y las limitaciones, y que mientras nos queramos siempre estaremos juntos de una forma u otra. Sabes? Ella también esta casada con un hombre de la tierra, se llama Julián, y tienen un pequeño hijo a quien adoro cuidar. Verlo sacar de quicio a mi esposo me resulta encantador por que se que, mas allá de su apariencia mandona, Kanon anhela con toda el alma el momento en que le diga que al fin estoy embarazada.

Momento que, espero, no tarde demasiado en llegar.
Y cuando ese momento llegue, nos volveremos a ver…
… y tal vez consideren venir con nosotros.

Aunque se de buena fuente que los negocios van viento en popa y que su vida a mejorado, cosa que jamás podría arrebatarles, pero les pido que lo piensen, serían tan felices aquí, Yayoi, podrías aprender tantas cosas...

Mírame a mí, que ahora se escribir y eso me permite decirte en esta carta lo mucho que los amo, lo mucho que los extraño, y lo mucho que ruego a los dioses que les brinden felicidad y paz.

No se preocupen más por mí…
Este es mi lugar…
Siempre lo fue…

Solo recuerden que cada vez que miren al mar pensando en mí, yo estaré mirando a nuestro cielo pensando en ustedes con todo este amor que ahora puedo dar sin arrepentimientos, sin culpas, sin condición.

Los ama, con todo el corazón.
Priss de Zethus.
Nereida Consorte de los Mares Atlantes del Norte."

Y con el mismo cariño con que había escrito aquella carta, Priss la depositó con suma cautela en la mesa junto con el cofre que era el regalo de cumpleaños de Yayoi y contenía perlas, plata, oro y zafiros.

Después de todo, le había jurado a su madre que no les hablaría del asunto, jamás había mencionado nada de no escribírselos, asi que realmente no estaba rompiendo su promesa.

O eran tal vez las malas mañas de Kanon las que al fin se le habían pegado algo???

Sonrió de solo pensarlo y se dirigió a la puerta de su habitación para verles una última vez antes de irse. Yayoi ya tenía el cabello tan largo como el de ella, y se había acomodado sobre Saga en el punto justo donde estaba el corazón. Sonrió para sus adentros, feliz de que su hermana y su mejor amigo tuvieran esa dicha excepcional en el mundo terrestre de haberse casado enamorados, y con sumo cuidado salió de la casa en la que había vivido su infancia, mientras la luna en el alto cielo estrellado le iluminaba el camino.

Bajó de la montaña y cruzó el pueblo sumido en la oscuridad nocturna, nadie logro percatarse de su presencia, pero ella si logro percatarse de la de aquellos hombres que en ese instante estaban reclamando del cuerpo de sus esposas la responsabilidad y el deber de darle a su pueblo un hijo.

No pudo sino sentir pena.
De ellos por hacerlo…
De ellas por permitirlo…

Y mirando de nuevo al cielo, rogo a los dioses que un día permitieran que su mundo tuviera el valor de aceptar que el amor trasciende toda diferencia, muestra la más poderosa verdad y otorga la mas autentica libertad.

Salió del pueblo, y tomo rumbo a la prisión del Dragón del Mar, en la que hacia ya un tiempo las olas no rugían, y sobre del peñasco que miraba directamente al cabo, diviso la recia figura de Kanon, con sus cabellos huracanados y su semblante sensualmente travieso, sentado sobre de una roca, solo mirando.

Estrecho a Kanon contra su pecho, y este respondió el gesto, hundiéndose entre sus senos, besándolos mientras escuchaba su corazón de costa azul decirle lo mucho que lo amaba.
Se tomaron de la mano y bajaron a la playa.

Antes de que los pies de Priss tocaran un solo grano de arena, Kanon la tomo en brazos y la alzó en vilo.

- Que haces, Kanon?? - le pregunto Priss curiosa.
- Prometiste no volver al mar por tu propio pie, y bien que mal, una promesa es una promesa - le dijo mientras le mostraba esa sonrisa torva que presagiaba noches enteras de pasión desenfrenada.

Priss sonrió. No se había detenido a pensar en eso, pero era cierto, la noche que Kanon se la llevo él la había cargado también, asi que en teoría no había roto su promesa. Se afianzo de sus hombros y  recargo su cabeza contra su corazón, escuchándole decirle a cada instante que la amaba con cada fibra de su ser. Y mientras las aguas del océano se abrían, y Kanon la llevaba en brazos de vuelta a la profundidad marina, observaba la oscuridad y de pronto se detuvo a pensar que ya no le temía ni a la oscuridad, ni a la vida, ni a la muerte, ni al agua.

- Gracias, Kanon… - le dijo acariciando su pecho con su mejilla.
- No tienes que agradecerme - le pidió su marino esposo - Era lo menos que podía  darte de regalo de cumpleaños, mi pequeña…
- Bueno, Kanon, también te agradezco eso – le dijo con una sonrisa tierna - pero yo me refería a otra cosa.
- Entonces?? - pregunto él elevando una ceja.
- Gracias, porque a tu lado ya no le tengo miedo a nada.

El Dragón del Mar quedó embelesado con sus palabras y sus gestos, aun sin poder entender como aquella dulce joven siempre podía sorprenderlo de esa forma. Con cariño estrecho la gema blanca que colgaba de su cuello, y que tenía su nombre grabado, y después de clavarle un tremendo beso en los labios, le dio la respuesta más perfecta en este y todos los mundos.

- Gracias, Priss. Yo también te amo.

                                                                    F  i  N

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S I N  M I E D O  A  N A D A.

"… Se que lo que les he contado debe ser difícil de creer, mis queridos Yayoi y Saga, pero es cierto, tan cierto como el cielo azul que nos cobija, tan cierto como el amor que los une y que ahora puedo decir que yo también conozco, porque lo comparto con el ser al que más he querido en ambos mundos.

Mi querido Kanon tuvo razón en lo que les dijo, soy feliz a su lado, mas feliz de lo que jamás lo fui antes, y de lo que sería su hubiera decidido renunciar y volver. Cielos! Como me encantaría que conocieran mi nuevo hogar, es un sitio tan distinto, tan hermoso, creo que encajarían perfectamente ya que muchas de las ideas que allá tenemos que guardar para nosotros, aquí son costumbre y ley.

Me hubiera gustado tanto que estuvieran en la boda…
No saben cómo los echo de menos…

Pero mi amiga Tethys una vez me dijo que el amor une, más allá de la distancia y las limitaciones, y que mientras nos queramos siempre estaremos juntos de una forma u otra. Sabes? Ella también esta casada con un hombre de la tierra, se llama Julián, y tienen un pequeño hijo a quien adoro cuidar. Verlo sacar de quicio a mi esposo me resulta encantador por que se que, mas allá de su apariencia mandona, Kanon anhela con toda el alma el momento en que le diga que al fin estoy embarazada.

Momento que, espero, no tarde demasiado en llegar.
Y cuando ese momento llegue, nos volveremos a ver…
… y tal vez consideren venir con nosotros.

Aunque se de buena fuente que los negocios van viento en popa y que su vida a mejorado, cosa que jamás podría arrebatarles, pero les pido que lo piensen, serían tan felices aquí, Yayoi, podrías aprender tantas cosas...

Mírame a mí, que ahora se escribir y eso me permite decirte en esta carta lo mucho que los amo, lo mucho que los extraño, y lo mucho que ruego a los dioses que les brinden felicidad y paz.

No se preocupen más por mí…
Este es mi lugar…
Siempre lo fue…

Solo recuerden que cada vez que miren al mar pensando en mí, yo estaré mirando a nuestro cielo pensando en ustedes con todo este amor que ahora puedo dar sin arrepentimientos, sin culpas, sin condición.

Los ama, con todo el corazón.
Priss de Zethus.
Nereida Consorte de los Mares Atlantes del Norte."

Y con el mismo cariño con que había escrito aquella carta, Priss la depositó con suma cautela en la mesa junto con el cofre que era el regalo de cumpleaños de Yayoi y contenía perlas, plata, oro y zafiros.

Después de todo, le había jurado a su madre que no les hablaría del asunto, jamás había mencionado nada de no escribírselos, asi que realmente no estaba rompiendo su promesa.

O eran tal vez las malas mañas de Kanon las que al fin se le habían pegado algo???

Sonrió de solo pensarlo y se dirigió a la puerta de su habitación para verles una última vez antes de irse. Yayoi ya tenía el cabello tan largo como el de ella, y se había acomodado sobre Saga en el punto justo donde estaba el corazón. Sonrió para sus adentros, feliz de que su hermana y su mejor amigo tuvieran esa dicha excepcional en el mundo terrestre de haberse casado enamorados, y con sumo cuidado salió de la casa en la que había vivido su infancia, mientras la luna en el alto cielo estrellado le iluminaba el camino.

Bajó de la montaña y cruzó el pueblo sumido en la oscuridad nocturna, nadie logro percatarse de su presencia, pero ella si logro percatarse de la de aquellos hombres que en ese instante estaban reclamando del cuerpo de sus esposas la responsabilidad y el deber de darle a su pueblo un hijo.

No pudo sino sentir pena.
De ellos por hacerlo…
De ellas por permitirlo…

Y mirando de nuevo al cielo, rogo a los dioses que un día permitieran que su mundo tuviera el valor de aceptar que el amor trasciende toda diferencia, muestra la más poderosa verdad y otorga la mas autentica libertad.

Salió del pueblo, y tomo rumbo a la prisión del Dragón del Mar, en la que hacia ya un tiempo las olas no rugían, y sobre del peñasco que miraba directamente al cabo, diviso la recia figura de Kanon, con sus cabellos huracanados y su semblante sensualmente travieso, sentado sobre de una roca, solo mirando.

Estrecho a Kanon contra su pecho, y este respondió el gesto, hundiéndose entre sus senos, besándolos mientras escuchaba su corazón de costa azul decirle lo mucho que lo amaba.
Se tomaron de la mano y bajaron a la playa.

Antes de que los pies de Priss tocaran un solo grano de arena, Kanon la tomo en brazos y la alzó en vilo.

- Que haces, Kanon?? - le pregunto Priss curiosa.
- Prometiste no volver al mar por tu propio pie, y bien que mal, una promesa es una promesa - le dijo mientras le mostraba esa sonrisa torva que presagiaba noches enteras de pasión desenfrenada.

Priss sonrió. No se había detenido a pensar en eso, pero era cierto, la noche que Kanon se la llevo él la había cargado también, asi que en teoría no había roto su promesa. Se afianzo de sus hombros y  recargo su cabeza contra su corazón, escuchándole decirle a cada instante que la amaba con cada fibra de su ser. Y mientras las aguas del océano se abrían, y Kanon la llevaba en brazos de vuelta a la profundidad marina, observaba la oscuridad y de pronto se detuvo a pensar que ya no le temía ni a la oscuridad, ni a la vida, ni a la muerte, ni al agua.

- Gracias, Kanon… - le dijo acariciando su pecho con su mejilla.
- No tienes que agradecerme - le pidió su marino esposo - Era lo menos que podía  darte de regalo de cumpleaños, mi pequeña…
- Bueno, Kanon, también te agradezco eso – le dijo con una sonrisa tierna - pero yo me refería a otra cosa.
- Entonces?? - pregunto él elevando una ceja.
- Gracias, porque a tu lado ya no le tengo miedo a nada.

El Dragón del Mar quedó embelesado con sus palabras y sus gestos, aun sin poder entender como aquella dulce joven siempre podía sorprenderlo de esa forma. Con cariño estrecho la gema blanca que colgaba de su cuello, y que tenía su nombre grabado, y después de clavarle un tremendo beso en los labios, le dio la respuesta más perfecta en este y todos los mundos.

- Gracias, Priss. Yo también te amo.

                                                                    F  i  N