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Años atrás, antes de las ciudades. Existía una cueva, en mitad del bosque, la cual era abitada por un lobo gris, que con el tiempo había aprendido todo cuanto el mundo le daba, hasta que en cierto punto logro devorar el tiempo mismo. Este lobo era llamado el "lobo eterno".

Al paso de las eras el humano llego al mundo, y con el paso de los años aldeas pueblos y finalmente ciudades se erigieron en el bosque alrededor de la cueva del lobo. La diferencia entre el lobo y sus vecinos era inmensa. Los hombres nacían y morían aprendiendo lo menos posible, sintiendo y experimentando lo menos posible de aquello que les ofreciera la vida. El hombre intencionalmente limitaba su experiencia y así mismo con su vida.

Al lobo le gustaba vagar de noche por la ciudad, y frecuentemente entraba en sus habitaciones mientras ellos dormían, se sentaba y contemplaba las naturalezas de sus sueños. Los sueños de los hombres estaban llenos de miedo, de anhelos negados y de ilusiones abandonadas.

Ante los tristes sueños de los hombres el lobo dividió su esencia en pedazos. Una infinita cantidad de fragmentos de su esencia flotaron por el aire y el lobo se disipo en el suspiro de los vientos. En sueños, muchas de aquellas personas que habían sido visitadas por el lobo, respiraron partes de su esencia y con el tiempo muchos de estos hombres desarrollaron esa segunda naturaleza, así como eran hombres eran también lobos entre hombres. Tan eternos como este.

Aquel día los sueños de estos hombres dejaron de hablar de miedo y de dolor, y empezaron a hablar sobre aquellos que el lobo les había heredado, aquel amor y aquella sabiduría que este les entrego en la forma de su propia existencia.

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Años atrás, antes de las ciudades. Existía una cueva, en mitad del bosque, la cual era abitada por un lobo gris, que con el tiempo había aprendido todo cuanto el mundo le daba, hasta que en cierto punto logro devorar el tiempo mismo. Este lobo era llamado el "lobo eterno".

Al paso de las eras el humano llego al mundo, y con el paso de los años aldeas pueblos y finalmente ciudades se erigieron en el bosque alrededor de la cueva del lobo. La diferencia entre el lobo y sus vecinos era inmensa. Los hombres nacían y morían aprendiendo lo menos posible, sintiendo y experimentando lo menos posible de aquello que les ofreciera la vida. El hombre intencionalmente limitaba su experiencia y así mismo con su vida.

Al lobo le gustaba vagar de noche por la ciudad, y frecuentemente entraba en sus habitaciones mientras ellos dormían, se sentaba y contemplaba las naturalezas de sus sueños. Los sueños de los hombres estaban llenos de miedo, de anhelos negados y de ilusiones abandonadas.

Ante los tristes sueños de los hombres el lobo dividió su esencia en pedazos. Una infinita cantidad de fragmentos de su esencia flotaron por el aire y el lobo se disipo en el suspiro de los vientos. En sueños, muchas de aquellas personas que habían sido visitadas por el lobo, respiraron partes de su esencia y con el tiempo muchos de estos hombres desarrollaron esa segunda naturaleza, así como eran hombres eran también lobos entre hombres. Tan eternos como este.

Aquel día los sueños de estos hombres dejaron de hablar de miedo y de dolor, y empezaron a hablar sobre aquellos que el lobo les había heredado, aquel amor y aquella sabiduría que este les entrego en la forma de su propia existencia.