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reflejo ♂️ [324870] [2002-12-21 04:52:04 +0000 UTC] "Sebastian G. S." (Argentina)

# Statistics

Favourites: 42; Deviations: 32; Watchers: 123

Watching: 89; Pageviews: 43182; Comments Made: 4675; Friends: 89

# Interests

Favorite visual artist: James Douglas Morrison
Favorite movies: Offret "The Sacrifice", Andrei Tarkovsky
Favorite bands / musical artists: Pink Floyd
Favorite writers: Baudelaire, Borges, Pizarnik, Kafka, Dostoievsky, Camus, Huxley
Tools of the Trade: Nikon F2 & S2 , Rollei F & Cord, Autocord, Hasselblad SWC, Canon P & 7, Leica M6
Other Interests: Cinematography, Photography , literature, Poetry

# About me

Current Residence: Buenos Aires, Argentina
Favourite genre of music: Classic - Opera - Jazz - Rock
Favourite cartoon character: Ren and Stimpy
Personal Quote: Se nace en la inercia del porvenir ¿Se agoniza en la traicion de los impulsos de la sangre?

# Comments

Comments: 22

reflejo [2007-07-16 02:14:07 +0000 UTC]

Perversiones Secretas

La alergia absoluta de nuestro personaje al acervo milenario de la ciudad en que, molesto e inútil como un parásito, tristemente vegeta induciría a pensar que el embotamiento general de su sensibilidad y facultades estéticas obedece en realidad a una decrepitud prematura de sus centros receptivos y motores: en otras palabras, a un proceso galopante de senectud. No sólo desdeña, el muy desgriciado, el conjunto artístico, monumental --rigurosamente trazado para prevenir todo conato de efervescencia o desorden-- que se despliega del Palais Royal a la Concorde, sino que extiende dicha actitud de rechazo a bibliotecas, teatros, exposiciones, museos. La situeta maciza de Louvre --hosca y amenazante como la de un cuartel general del Saber--le provoca mareos. Desde su instalación en el Sentier, no ha podido entrar en aquél, si se ha visto obligado a ello, sin que a los pocos minutos la vista se le nuble, la cabeza le dé vueltas, su boca se transforme en sima cavernosa y un súbito e invencible cansancio abrume sus sufridas espaldas. Tras haber contempladoa aturdidos grupos políglotas perdidos en sus salas sin saber, a ciencia incierta, si el cicerone iba a recitarles la lista de reyes godos o proponerles un paseo en góndola y a docenas de japones examinar a la Gioconda con gafas especulares ahumadas, ha renunciado a estos baños intensivos de conocimiento, estas dosis masivas de píldoras culturales que, paradójicamente, producen en su ánimo el efecto opuesto: un desoe vehemente de dinamitar el lugar y salir precipitadamente a la calle...

Juan Goytisolo
"Paisajes para después de la batalla".

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reflejo [2006-09-12 03:44:22 +0000 UTC]

¿Qué le disgustó
de lo que vio anoche,

que nos comportáramos
como seres libres,

que rechazáramos la falsa moral
en nombre del placer?

¿Por ser imaginativos, por
rebelarnos? ¿Por eso protesta?

-Va contra la naturaleza.
Contra Dios y la religión.

Espere... vayamos por partes.

¿Qué nos da la Naturaleza?
¿No es voraz, destructiva,

cruel, traidora
y totalmente insensible?

¿Acaso matar y mutilar no es
lo que mejor se le da?

¿No ve que el mal
es su elemento natural,

que emplea su fuerza creadora

para llenar el mundo de sangre,
lágrimas y pena?

-Es nuestra madre.

¿Qué madre dedica sus fuerzas
a causar desastres,

a asesinar sin merced
a su propios hijos?

Mire bien a esa "madre" suya,

la verá crear con el único
fin de destruir.

¡Todo cuanto hace es matar!

¿Qué nos obliga, a sus hijos,
a comportarnos mejor?

¡Mataría a una madre como esa!

En cuanto a Dios...

La Naturaleza no depende
de nuestra voluntad o deseo.

Pero Dios es un engendro
de temores y ansias humanas.

La gente siempre fue desgraciada,
siempre tuvo miedo.

Busca la causa del sufrimiento
esperando que termine.

Se inventa a un Dios mítico
para que cumpla sus deseos.

Dios no es más que una fantasía.

- Nació de nuestro miedo.
- Pero la religión nos enseña...

¿Qué nos dice el dogma
de ese omnipotente Dios?

¿Qué puede decir
su religión de él?

Sólo veo a un ser
bárbaro y veleidoso

que un día crea el mundo
para lamentarlo al día siguiente,

débil criatura incapaz de imponer
su voluntad a los hombres.

Si Dios nos hiciera perfectos,
¿quién necesitaría la salvación?

¡Qué banal! ¿Por qué debemos
ser dignos de nuestro Dios?

Crearnos incapaces de hacer mal

sería un acto digno de Dios.

Darle al hombre la libre opción
significa tentarlo.

En su infinita sabiduría, Dios
podría vislumbrar el resultado.

Descarría a su criatura
para divertirse.

¡Qué Dios más terrible!
¡Qué monstruo!

¡Malvado Dios que no merece
sino odio y venganza!

Sileni (2005) - r. Jan Svankmajer

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reflejo [2006-09-12 01:00:39 +0000 UTC]

Señoras y señores,

la película que van a ver
es una película de terror,

con toda la decadencia
propia del género.

No es una obra de arte.

Hoy, el arte está casi muerto,

sustituido por
el anuncio publicitario

del rostro de Narciso
reflejado en el espejo del agua.

Puede ser entendida
como un homenaje a Poe,

del que he tomado
diversos motivos,

y al Marqués de Sade,
al que la película debe

la blasfemia
y lo que tiene de subversivo.
La película propone,
en esencia, un debate ideológico

sobre la gestión
de un manicomio.

En principio,
hay dos maneras de hacerlo.

Ambas son igualmente extremas.

Una alienta la libertad absoluta;
la otra, el método obsoleto

y comprobado
de vigilar y castigar.

Pero hay un tercer método
que combina

y resume los peores aspectos
de los dos primeros.

Es el manicomio
en el que todos vivimos hoy.

Sileni (2005) - r. Jan Svankmajer

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reflejo [2006-05-04 04:08:42 +0000 UTC]

He hecho una distinción entre demagogos y predicadores religiosos basándome en que estos últimos pueden a veces hacer algún bien en tanto que los otros, en virtud de la verdadera naturaleza de las cosas, no pueden hacer sino daño. Mas no ha de creerse por ello que los explotadores religiosos de la intoxicacion de las masas son del todo carentes de culpa. Por el contrario, en el pasado han sido responsables de tantos daños inferidos a sus víctimas como en nuestros tiempos infieren a las suyas los demagogos revolucionarios. En el curso de las seis o siete generaciones últimas el poder de las organizaciones religiosas para hacer el mal ha declinado considerablemente en todo el mundo occidental. Esto se debe en primer término al pasmoso progreso de las ciencias aplicadas y a la consecuente demanda, por parte de las masas, de ilusiones compensatorias que tuvieran un aspecto positivista más que metafísico. Los demagogos ofrecen tales ilusiones seudopositivistas en tanto que las iglesias no lo hacen. Al declinar la atracción de las iglesias, declina por ende la influencia, su riqueza, su poder político y junto con todo esto también su capacidad para hacer el mal. Ahora las circunstancias han librado a los eclesiásticos de muchas de las tentaciones a las que en siglos anteriores sus antecesores casi invariablemente sucumbían. Voluntariamente se han librado también de algunas otras. La más visible de entre éstas es la tentacion de adquirir poder explotado el insaciable anhelo de los hombres de autotrancenderse en forma ascendente. El administrar deliberadamente el veneno de las masas --Aunque se haga en nombre de la religión, aunque se suponga que se hace "para bien" de los intoxicados-- en modo alguno puede justificarse moralmente.

Fragmento de "Los demonios de Loudun" Aldous Huxley

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reflejo [2006-04-30 23:49:20 +0000 UTC]

Desde la época de Laubardemon hasta nuestros días el mal ha realizado algunos progresos. En los regímenes de distadores comunistas, los que son sometidos a un proceso en el Tribunal del Pueblo invariablemente confiesan los crímenes de que han sido acusados, los confiesan hasta cuando son imaginarios. En el pasado, la confesión no era en modo alguno algo que invariablemente se obtuviera. Aun en la tortura, aun en la hoguera, Grandier continuó protestando de su inocencia y el caso de Grandier no es de ninguna manera único. Muchas personas, mujeres no menos que hombres, pasaron por parecidas experiencias con la misma tenacidad indomable. Nuestros antepasados inventaron el potro de tormento y las torturas de agua, mas en los sutiles artes de quebrar la voluntad y reducir el ser humano a lo subhumano tenían todavía mucho que aprender. Aunque en verdad bien pudiera ser que no tuviera el menos deseo de aprender tales cosas. Vivian ellos en una religión que enseñaba que la voluntad es libre, el alma inmortal, de modo que obraban según esa creencia hasta frente a sus enemigos. Sí, hasta el traidor, hasta el condenado adorador del demonio tenía un alma que podía, con todo, salvarse; y los más feroces jueces nunca negaron el consuelo de una religíon que continuaba ofreciendo la salvación haste el último momento. Antes de toda ejecución y durante ella había siempre un sacerdote que intentaba por todos los medios reconciliar el alma del criminal que estaba por morir con su Creador. Considerandola sagrada, nuestros padres respetaban la personalidad, aun la de aquellos que fueron sometidos a los tormentos de las pinzas calentadas al rojo o del torno.
Para los totalitarios de nuestro más ilustrado siglo XX, no existe ni alma ni Creador; solo hay un amasijo de tosca materia fisiológica moldeada por reflejos condicionados y presiones sociales en la que, por cortesía, se llama todavía ser humano. Este producto del ambiente carece de todo significado intrínseco y no posee derecho alguno de autodeterminación; sólo existe para la sociedad y ha de conformarse a la voluntad colectiva. Por supuesto que en la práctica la sociedad no es más que el estado nacional y la voluntad colectiva es simplemente la voluntad de poder de un dictador, a veces atenuada, a veces desformada por rasgos de locura, por teorías seudocientíficas sobre lo que, en un magnífico futuro, será bueno para una abstracción rotulada humanidad. De esto se sigue que los jefes políticos que se atribuyen la representación de la socierdad quedan disculpados y justifícados de cometer crímenes si comenten las más inconcedibles atrocidades contra personas a las que ellos llaman enemigos de la sociedad. La autodeterminación a tiros (o mejor, pues es más provechosa, por exceso de trabajo en campos de exclavos) no basta. En la práctica, hombres y mujeres no son simples miembros de la sociedad; mas la teoría oficial proclama que lo son, de ahi que se haga necesarios despersonalizar a los enemigos de la sociedad con el fin de tranformar la mentira oficial en verdad. Para quienes conocen el ardid, tal reducción de lo humano a lo subhumano, del individuo libre al autómata obediente, el asunto es relativamente fácil. La personalidad del hombre es mucho menos monolítica de lo que los teólogos tuvieron que suponer obligados por sus dogmas. El alma no es lo mismo que el espíritu, sino que está simplemente asociada a él. En sí misma, y en tanto no haga conscientemente lugar al espíritu, no es mas que un manojo, sin conexión , de elementos psíquicos no muy estables. Esta entidad compuesta puede ser desintegrada por cualquiera que tenga suficiente crueldad como para desearlo y la sufiente habilidad como para realizar la tarea.

Fragmento de "Los demonios de Loudun" Aldous Huxley

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reflejo [2005-12-30 02:07:11 +0000 UTC]

Lions in the street and roaming
Dogs in heat, rabid, foaming
A beast caged in the heart of a city
The body of his mother
Rotting in the summer ground
He fled the town


He went down South and crossed the border
Left the chaos and disorder
Back there over his shoulder

One morning he awoke in a green hotel
With a strange creature groaning beside him
Sweat oozed from its shiny skin

Is everybody in?
The ceremony is about to begin

Wake up!
You can't remember where it was
Had this dream stopped?

The snake was pale gold
Glazed and shrunken We were afraid to touch it
The sheets were hot dead prisons

Now, run to the mirror in the bathroom Look!
I can't live thru each slow century of her moving
I let my cheek slide down
The cool smooth tile
Feel the good cold stinging blood
The smooth hissing snakes of rain . . .

Once I had, a little game
I liked to crawl back into my brain
I think you know the game I mean
I mean the game called 'go insane'

Now you should try this little game
Just close your eyes forget your name
Forget the world forget the people
And we'll erect a different steeple

This little game is fun to do
Just close your eyes no way to lose
And I'm right there I'm going too
Release control we're breaking thru

Way back deep into the brain
Back where there's never any pain
And the rain falls gently on the town
And in the labyrinth of streams
Beneath, the quiet unearthly presence of
Nervous hill dwellers in the gentle hills around Reptiles abounding
Fossils, caves, cool air heights

Each house repeats a mold
Windows rolled
Beast car locked in against morning
All now sleeping
Rugs silent, mirrors vacant
Dust blind under the beds of lawful couples
Wound in sheets
And daughters, smug
With semen eyes in their nipples

Wait
There's been a slaughter here

(Don't stop to speak or look around
Your gloves and fan are on the ground
We're getting out of town
We're going on the run
And you're the one I want to come)

Not to touch the earth
Not to see the sun
Nothing left to do, but
Run, run, run
Let's run

House upon the hill
Moon is lying still
Shadows of the trees
Witnessing the wild breeze
C'mon baby run with me
Let's run

Run with me
Run with me
Run with me
Let's run

The mansion is warm, at the top of the hill
Rich are the rooms and the comforts there
Red are the arms of luxuriant chairs
And you won't know a thing till you get inside

Dead president's corpse in the driver's car
The engine runs on glue and tar
C'mon along, we're not going very far
To the East to meet the Czar

Some outlaws lived by the side of the lake
The minister's daughter's in love with the snake
Who lives in a well by the side of the road
Wake up, girl! We're almost home

Sun, sun, sun
Burn, burn, burn
Soon, soon, soon
Moon, moon, moon
I will get you
Soon!
Soon!
Soon!

Let the carnival bells ring
Let the serpent sing
Let everything

We came down
The rivers and highways
We came down from
Forests and falls

We came down from
Carson and Springfield
We came down from
Phoenix enthralled
And I can tell you
The names of the Kingdom
I can tell you
The things that you know
Listening for a fistful of silence
Climbing valleys into the shade

'I am the Lizard King
I can do anything
I can make the earth stop in its tracks
I made the blue cars go away

For seven years I dwelt
In the loose palace of exile
Playing strange games
With the girls of the island

Now I have come again
To the land of the fair, and the strong, and the wise

Brothers and sisters of the pale forest
O Children of Night
Who among you will run with the hunt?

Now Night arrives with her purple legion
Retire now to your tents and to your dreams
Tomorrow we enter the town of my birth
I want to be ready'

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reflejo [2005-12-20 04:53:43 +0000 UTC]

Turn the page and it’s the scoop of the century
Don't wanna be L7
I had enough of this
This is brainwash
And this is a clue
To the stars who fool you
Tell me why you cant explain
You're only looking for vinyl
Yeah, didn't they fool you
They wanna be you

Gimme world war three
We can live again
You didn't fool me
I fooled you
You wanna be me
Yeah, you wanna be me
You wanna be someone
Ruin someone
Yeah, didn't I fool you
I ruined you
Yeah, didn't I fool you
I sussed you out

I got you in the camera
And I got you in my camera
A second of your life
Ruined for life
You wanna ruin me in your magazine
You wanna cover us in margarine
And now is the time
You got the time
To realise
To have real eyes

Down, down, down, down
I'll take you down on the underground
Down in the dark
And down in the crypt
Down in the dark
Where the typewriter fit
Down with your pen and pad
Ready to kill
To make me ill
Down, wanna be someone
Wanna be someone
Need to be someone
You wanna be me
Ruin me
A typewriter god
A black and white king
PVC
Blackboard books
Black and white

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reflejo [2005-01-11 06:30:06 +0000 UTC]

James Douglas Morrison
The Lords
Look where we worship.

We all live in the city.
The city forms - often physically, but inevitably
psychically - a circle. A Game. A ring of death
with sex at its center. Drive toward outskirts
of city suburbs. At the edge discover zones of
sophisticated vice and boredom, child prosti-
tution. But in the grimy ring immediately surround-
ing the daylight business district exists the only
real crowd life of our mound, the only street
life, night life. Diseased specimens in dollar
hotels, low boarding houses, bars, pawn shops,
burlesques and brothels, in dying arcades which
never die, in streets and streets of all-night
cinemas.

When play dies it becomes the Game.
When sex dies it becomes Climax.

All games contain the idea of death.

Baths, bars, the indoor pool. Our injured leader
prone on the sweating tile. Chlorine on his breath
and in his long hair. Lithe, although crippled,
body of a middle-weight contender. Near him
the trusted journalist, confidant. He liked men
near him with a large sense of life. But most
of the press were vultures descending on the
scene for curious America aplomb. Cameras
inside the coffin interviewing worms.

It take large murder to turn rocks in the shade
and expose strange worms beneath. The lives of
our discontented madmen are revealed.

Camera, as all-seeing god, satisfies our longing
for omnisciece. To spy on others from this
height and angle: pedestrians pass in and out of
our lens like rare aquatic insects.
Yoga powers. To make oneself invisible or small
To become gigantic and reach to the farthest things.
To change the course of nature. To place oneself
anywhere in space or time. To summon the dead.
To exalt senses and perceive inaccessible images,
of events on other worlds, in one's deepest inner
mind, or in the minds of others.
The sniper's rifle is an extension of his eye. He
kills with injurious vision.

The assassin (?), in flight, gravitated with
unconscious, instinctual insect ease, moth-
like, toward a zone of safety, haven from the
swarming streets. Quickly, he was devoured
in the warm, dark, silent maw of the physical
theater.

Modern circles of Hell: Oswald (?) kills President.
Oswald enters taxi. Oswald stops at rooming house.
Oswald leaves taxi. Oswald kills Officer Tippitt.
Oswald sheds jacket. Oswald is captured.
He escaped into a movie house.

In the womb we are blind cave fish.

Everything is vague and dizzy. The skin swells and
there is no more distinction between parts of the
body. An encroaching sound of threatening,
mocking, monotonous voices. This is fear and
attraction of being swallowed.

Inside the dream, button sleep around your body
like a glove. Free now of space and time. Free
to dissolve in the streaming summer.

Sleep is an under-ocean dipped into each night.
At morning, awake dripping, gasping, eyes
stinging.

The eye looks vulgar
Inside its ugly shell.
Come out in the open
In all of your Brilliance.

Nothing. The air outside
burns my eyes.
I'll pull them out
and get rid of the burning.

Crisp hot whiteness
City Noon
Occupants of plague zone
are consumed.
(Santa Ana's are winds off deserts.)
Rip up grating and splash in gutters.
The search for water, moisture,
"wetness" of the actor, lover.

"Players" - the child, the actor, and the gambler.
The idea of chance is absent from the world of the
child and primitive. The gambler also feels in
service of an alien power. Chance is a survival
of religion in the modern city, as is theater,
more often cinema, the religion of possession.

What sacrifice, at what price can the city be born?

There are no longer "dancers", the possessed.
The cleavage of men into actor and spectators
is the central fact of our time. We are obsessed
with heroes who live for us and whom we punish.
If all the radios and televisions were deprived
of their sources of power, all books and paintings
burned tomorrow, all shows and cinemas closed,
all the arts of vicarious existence...
We are content with the "given" in sensation's
quest. We have been metamorphosised from a mad
body dancing on hillsides to a pair of eyes
staring in the dark.

Not one of the prisoners regained sexual balance.
Depressions, impotency, sleeplessness... erotic
dispersion in languages, reading, games, music,
and gymnastics.
The prisoners built their own theater which
testified to an incredible surfeit of leisure.
A young sailor, forced into female roles, soon
became the "town" darling, for by this time they
called themselves a town, and elected a mayor,
police, aldermen.

In old Russia, the Czar, each year, granted-
out of the shrewdness of his own soul or one of
his advisors' - a week's freedom for one convict
in each of his prisons. The choice was left to the
prisoners themselves and it was determined in
several ways. Sometimes by vote, sometimes by lot,
often by force. It was apparent that the chosen
must be a man of magic, virility, experience,
perhaps narrative skill, a man of possibility, in
short, a hero. Impossible situation at the
moment of freedom, impossible selection,
defining our world in its percussions.

A room moves over a landscape, uprooting the mind,
astonishing vision. A gray film melts off the
eyes, and runs down the cheeks. Farewell.
Modern life is a journey by car. The Passengers
change terribly in their reeking seats, or roam
from car to car, subject to unceasing transformation.
Inevitable progress is made toward the beginning
(there is no difference in terminals), as we
slice through cities, whose ripped backsides present
a moving picture of windows, signs, streets,
buildings. Sometimes other vessels, closed
worlds, vacuums, travel along beside to move
ahead or fall utterly behind.

Destroy roofs, walls, see in all the rooms at once.
From the air we trapped gods, with the gods'
omniscient gaze, but without their power to be
inside minds and cities as they fly above.

June 30th. On the sun roof. He woke up suddenly.
At that instant a jet from the air base crawled
in silence overhead. On the beach, children try
to leap into its swift shadow.

The bird or insect that stumbles into a room
and cannot find the window. Because they know
no "windows."
Wasps, poised in the window,
Excellent dancers,
detached, are not inclined
into out chamber.
Room of withering mesh
read love's vocabulary
in the green lamp
of tumescent flesh.

When men conceived buildings,
and closed themselves in chambers,
first trees and caves.
(Windows work two ways,
mirrors one way.)
You never walk through mirrors
or swim through windows.

Cure blindness with a whore's spittle.

In Rome, prostitutes were exhibited on roofs
above the public highways for the dubious
hygiene of loose tides of men whose potential
lust endangered the fragile order of power.
It is even reported that patrician ladies, masked
and naked, sometimes offered themselves up to
these deprived eyes for private excitements of
their own.

More or less, we're all afflicted with the psychology
of the voyeur. Not in a strictly clinical or
criminal sense, but in our whole physical and emotional
stance before the world. Whenever we seek to break
this spell of passivity, our actions are cruel and
awkward and generally obscene, like an invalid who
has forgotten how to walk.

The voyeur, the peeper, the Peeping Tom, is a dark
comedian. He is repulsive in his dark anonymity,
in his secret invasion. He is pitifully alone.
But, strangely, he is able through this same silence
and concealment to make unknowing partner of anyone
within his eye's range. This is his threat and
power.
There are no glass houses. The shades are drawn
and "real" life begins. Some activities are impossible
in the open. And these secret events are the voyeur's
game. He seeks them out with his myriad army of
eyes - like the child's notion of a Deity who sees
all. "Everything?" asks the child. "Yes, every-
thing," they answer, and the child is left to cope
with this divine intrusion.

The voyeur is masturbator, the mirror his badge,
the window his prey.

Urge to come to terms with the "Outside," by
absorbing, interiorizing it. I won't come out,
you must come in to me. Into my womb-garden
where I peer out. Where I can construct a universe
within the skull, to rival the real.

She said, "Your eyes are always black." The pupil
opens to seize the object of vision.

Imagery is born of loss. Loss of the "friendly
expanses." The breast is removed and the face
imposes its cold, curious, forceful, and inscrutable
presence.

You may enjoy life from afar. You may look at
things but not taste them. You may caress
the mother only with the eyes.

You cannot touch these phantoms.

French Deck. Solitary stroker of cards. He
dealt himself a hand. Turn stills of the past in
unending permutations, shuffle and begin. Sort
the images again. And sort them again. This
game reveals germs of truth, and death.
The world becomes an apparently infinite, yet
possibly finite, card game. Image combinations,
permutations, comprise the world game.

A mild possession, devoid of risk, at bottom
sterile. With an image there is no attendant
danger.

Muybridge derived his animal subjects from the
Philadelphia Zoological Garden, male performers
from the University. The women were professional
artists' models, also actresses and dancers,
parading nude before the 48 cameras.

Films are collections of dead pictures which are
given artificial insemination.

Film spectators are quiet vampires.

Cinema is most totalitarian of the arts. All
energy and sensation is sucked up into the skull,
a cerebral erection, skull bloated with blood.
Caligula wished a single neck for all his subjects
that he could behead a kingdom with one blow.
Cinema is this transforming agent. The body
exists for the sake of the eyes; it becomes a
dry stalk to support these two insatiable
jewels.

Film confers a kind of spurious eternity.

Each film depends upon all the others and drives
you on to others. Cinema was a novelty, a scientif-
ic toy, until a sufficient body of works had been
amassed, enough to create an intermittent other
world, a powerful, infinite mythology to be dipped
into at will.
Films have an illusion of timelessness fostered
by their regular, indomitable appearance.

The appeal of cinema lies in the fear of death.

The modern East creates the greatest body of films.
Cinema is a new form of an ancient tradition - the
shadow play. Even their theater is an imitation
of it. Born in India or China, the shadow show
was aligned with religious ritual, linked with
celebrations which centered around cremation of the
dead.

It is wrong to assume, as some have done, that
cinema belongs to women. Cinema is created by
men for the consolation of men.

The shadow plays originally were restricted to
male audiences. Men could view these dream shows
from either side of the screen. When women later
began to be admitted, they were allowed to attend
only to shadows.

Male genitals are small faces
forming trinities of thieves
and Christs
Fathers, sons, and ghosts.
A nose hangs over a wall
and two half eyes, sad eyes,
mute and handless, multiply
an endless round of victories.
These dry and secret triumphs, fought
in stalls and stamped prisons,
glorify our walls
and scorch our vision.
A horror of empty spaces
propagates this seal on private places.

Kynaston's Bride
may not appear
but the odor of her flesh
is never very far.

A drunken crowd knocked over the apparatus,
and Mayhew's showman, exhibiting at Islington
Green, burned up, with his mate, inside.

In 1832, Gropius was astounding Paris with his
Pleorama. The audience was transformed into
the crew aboard a ship engaged in battle. Fire,
screaming, sailor, drowning.

Robert Baker, an Edinburgh artist, while in jail
for debt, was struck by the effect of light shining
through the bars of his cell though a letter he
was reading, and out of this perception he in-
vented the first Panorama, a concave, transparent
picture view of the city.
This invention was soon replaced by the Diorama,
which added the illusion of movement by shifting
the room. Also sounds and novel lighting effects.
Daguerre's London Diorama still stands in Regent's
Park, a rare survival, since these shows depended
always on effects of artificial light, produced
by lamps or gas jets, and nearly always ended
in fire.

Phantasmagoria, magic lantern shows, spectacles
without substance. They achieved complete
sensory experiences through noise, incense,
lightning, water. There may be a time when
we'll attend Weather Theaters to recall the
sensation of rain.

Cinema has evolved in two paths.
One is spectacle. Like the Phantasmagoria, its
goal is the creation of a total substitute
sensory world.
The other is peep show, which claims for its
realm both the erotic and untampered obser-
vance of real life, and imitates the keyhole or
voyeur's window without need of color, noise,
grandeur.

Cinema discovers its fondest affinities, not
with painting, literature, or theater, but with
the popular diversions - comics, chess, French
and Tarot decks, magazines, and tattooing.

Cinema derives not from painting, literature,
sculpture, theater, but from ancient popular
wizardry. It is the contemporary manifestation
of an evolving history of shadows, a delight in
pictures that move, a belief in magic. Its
lineage is entwined from the earliest beginning
with Priests and sorcery, a summoning of phantoms.
With, at first, only slight aid of the mirror and
fire, men called up dark and secret visits from
regions in the buried mind. In these seances,
shades are spirits which ward off evil.

The spectator is a dying animal.

Invoke, palliate, drive away the Dead. Nightly.

Through ventriloquism, gestures, play with objects,
and all rare variations of the body in space,
the shaman signaled his "trip" to an audience
which shared the journey.

In the seance, the shaman led. A sensuous panic,
deliberately evoked through drugs, chants, dancing,
hurls the shaman into trance. Changed voice,
convulsive movement. He acts like a madman. These
professional hysterics, chosen precisely for their
psychotic leaning, were once esteemed. They
mediated between man and spirit-world. Their mental
travels formed the crux of the religious life of
the tribe.

Principle of seance: to cure illness. A mood
might overtake a people burdened by historical
events or dying in a bad landscape. They seek
deliverance from doom, death, dread. Seek posses-
sion, the visit of gods and powers, a rewinning
of the life source from demon possessors. The
cure is culled from ecstasy. Cure illness or
prevent its visit, revive the sick, and regain
stolen, soul.

It is wrong to assume that art needs the spectator
in order to be. The film runs on without any eyes.
The spectator cannot exist without it. It insures
his existence.

The happening/the event in which ether is introduced
into a roomful of people through air vents makes
the chemical an actor. Its agent, or injector,
is an artist-showman who creates a performance
to witness himself. The people consider themselves
audience, while they perform for each other,
and the gas acts out poems of its own through
the medium of the human body. This approaches
the psychology of the orgy while remaining in
the realm of the Game and its infinite permu-
tations.
The aim of the happening is to cure boredom,
wash the eyes, make childlike reconnections
with the stream of life. Its lowest, widest
aim is for purgation of perception. The happening
attempts to engage all the senses, the total
organism, and achieve total response in the face of
traditional arts which focus on narrower inlets
of sensation.

Multimedias are invariably sad comedies. They
work as a kind of colorful group therapy, a
woeful mating of actors and viewers, a mutual
semimasturbation. The performers seem to need
their audience and the spectators - the spectators
would find these same mild titillations in a freak
show or Fun Fair and fancier, more complete
amusements in a Mexican cathouse.

Novices, we watch the moves of silkworms who excite
their bodies in moist leaves and weave wet nests
of hair and skin.
This is a model of our liquid resting world
dissolving bone and melting marrow
opening pores as wide as windows.

The "stranger" was sensed as greatest menace
in ancient communities.

Metamorphose. An object is cut off from its name,
habits, associations. Detached, it becomes only
the thing, in and of itself. When this disintegration
into pure existence is at last achieved, the object
is free to become endlessly anything.

The subject says "I see first lots of things
which dance... then everything becomes gradually
connected."

Object as they exist in time the clean eye and
camera give us. Not falsified by "seeing."

When there are as yet no objects.

Early film makers, who - like the alchemists -
delighted in a willful obscurity about their craft,
in order to withhold their skills from profane
onlookers.
Separate, purify, reunite. The formula of
Ars Magna, and its heir, the cinema.
The camera is androgynous machine, a kind of
mechanical hermaphrodite.

In his retort the alchemist repeats the work of
Nature.

Few would defend a small view of Alchemy as "Mother
of Chemistry," and confuse its true goal with those
external metal arts. Alchemy is an erotic science,
involved in buried aspects of reality, aimed
at purifying and transforming all being and matter.
Not to suggest that material operations are ever
abandoned. The adept holds to both the mystical
and physical work.

The alchemists detect in the sexual activity of
man a correspondence with the world's creation,
with the growth of plants, and with mineral
formations. When they see the union of rain
and earth, they see it in an erotic sense, as
copulation. And this extends to all natural
realms of matter. For they can picture love
affairs of chemicals and stars, a romance of
stones, or the fertility of fire.

Strange, fertile correspondences the alchemists
sensed in unlikely orders of being. Between
men and planets, plants and gestures, words and
weather. These disturbing connections: an in-
fant's cry and the stroke of silk; the whorl
of an ear and an appearance of dogs in the yard;
a woman's head lowered in sleep and the morning
dance of cannibals; these are conjunctions which
transcend the sterile signal of any "willed"
montage. These juxtapositions of objects, sounds,
actions, colors, weapons, wounds, and odors shine
in an unheard-of way, impossible ways.
Film is nothing when not an illumination of
this chain of being which makes a needle poised
in flesh call up explosions in a foreign capital.

Cinema returns us to anima, religion of matter,
which gives each thing its special divinity and
sees gods in all things and beings
Cinema, heir of alchemy, last of an erotic science.

Surround Emperor of Body.
Bali Bali dancers
Will not break my temple.
Explorers
suck eyes into the head.
The rosy body cross
secret in flow
controls its flow.
Wrestlers
in body weights dance
and music, mimesis, body.
Swimmers
entertain embryo
sweet dangerous thrust flow.

The Lords. Events take place beyond our knowledge
or control. Our lives are lived for us. We can
only try to enslave others. But gradually, special
perceptions are being developed. The idea of the
"Lords" is beginning to form in some. We
should enlist them into bands of perceivers to
tour the labyrinth during their mysterious noc-
turnal appearances. The Lords have secret entrances,
and they know disguises. But they give themselves
away in minor ways. Too much glint of light in
the eye. A wrong gesture. Too long and curious a
glance.
The Lords appease us with images. They give us
books, concerts, galleries, shows, cinemas. Es-
pecially the cinemas. Through art they confuse
us and blind us to our enslavement. Art adorns
our prison walls, keeps us silent and diverted
and indifferent.

Dull lions prone on a watery beach.
The universe kneels at the swamp
to curiously eye its own raw
postures of decay
in the mirror of human consciousness.
Absent and peopled mirror, absorbent,
passive to whatever visits
and retains its interest.
Door to passage to the other side,
the soul frees itself in stride.
Turn mirrors to the wall
in the house of the new dead.

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reflejo [2005-01-11 06:25:01 +0000 UTC]

EL TIEMPO CIRCULAR



Yo suelo regresar eternamente al Eterno Regreso; en estas líneas procuraré (con el socorro de algunas ilustraciones históricas) definir sus tres modos fundamentales.

El primero ha sido imputado a Platón. Éste, en el trigésimo noveno párrafo del Timeo, afirma que los siete planetas equilibradas sus diversas velocidades, regresarán al punto inicial de partida: revolución que constituye el año perfecto. Cicerón (De la naturaleza de los dioses, libro segundo) admite que no es fácil el cómputo de ese vasto período celestial, pero que ciertamente no se trata de un plazo ilimitado; en una de sus obras perdidas, le fija doce mil novecientos cincuenta y cuatro "de los que nosotros llamamos años" (Tácito: Diálogo de los oradores, 16). Muerto Platón, la astrología judiciaria cundió en Atenas. Esta ciencia, como nadie lo ignora, afirma que el destino de los hombres está regido por la posición de los astros. Algún astrólogo que no había examinado en vano el Timeo formuló este irreprochable argumento: si los períodos planetarios son cíclicos, también la historia universal lo será; al cabo de cada año platónico renacerán los mismos individuos y cumplirán el mismo destino. El tiempo atribuyó a Platon esa conjetura. En 1616 escribió Lucilio Vanini: "De nuevo Aquiles irá a Troya renacerán las ceremonias y religiones; la Historia humana se repite; nada hay ahora que no fue; lo que ha sido, será; pero todo ello en general, no (como determina Platón) en particular" (De admirandis naturae arcanis, diálogo 52). En 1643 Thomas Browne declaró en una de las notas del primer libro de la Religio medici: "Año de Platón -Plato's year- es un curso de siglos después del cual todas las cosas recuperarán su estado anterior y Platón, en su escuela de nuevo explicará esta doctrina." En este primer modo de concebir el eterno regreso el argumento es astrológico.



El segundo está vinculado a la gloria de Nietzsche, su más patético inventor o divulgador. Un principio algebraico lo justifica: la observación de que un número n de objetos -átomos en la hipótesis de Le Bon, fuerzas en la de Nietzsche, cuerpos simples en la del comunista Blanqui- es incapaz de un número infinito de variaciones. De las tres doctrinas que he enumerado, la mejor razonada y la más compleja, es la de Blanqui. Éste como Demócrito (Ciceron: Cuestiones académicas, libro segundo, 40), abarrota de mundos facsimilares y de mundos disímiles no sólo el tiempo sino el interminable espacio también. Su libro hermosamente se titula Le eternité par les astres; es de 1872. Muy anterior es un lacónico pero suficiente pasaje de David Hume; consta en los Dialogues conserning natural religion (1779) que se propuso traducir Shopenhauer; que yo sepa nadie lo ha destacado hasta ahora. Lo traduzco literalmente: "No imaginemos la materia infinita; como lo hizo Epicuro; imaginémosla finita.

Un número finito de partículas no es susceptible de infinitas trasposiciones; en una duración eterna, todos los órdenes y colocaciones posibles ocurrirán un número infinito de veces. Este mundo, con todos sus detalles, hasta los más minúsculos ha sido elaborado y aniquilado, y será elaborado y aniquilado: infinitamente" (Dialogues,VIII). De esta serie perpetua de historias universales idénticas observa Bertrand Russell: "Muchos escritores opinan que la historia es cíclica, que el presente estado del mundo con sus pormenores más ínfimos, tarde o temprano volverá. ¿Cómo formula esa hipótesis? Diremos que el estado posterior es numéricamente idéntico al del anterior; no podemos decir que ese estado ocurre dos veces, pues ello postularía un sistema cronológico -since that wolwd imply a system of dating- que la hipótesis nos prohibe. El caso equivaldría al de un hombre que da la vuelta al mundo: no dice que el punto de partida y el punto de llegada son dos lugares diferentes pero muy parecidos; dice que son el mismo lugar. La hipótesis de que la historia es cíclica puede enunciarse de esta manera: formemos el conjunto de todas las circunstancias contemporáneas de una circunstancia determinada; en ciertos casos todo el conjunto se precede a sí mismo" (An inquiry into meaning and truth, 1940, pág. 102).

Arribo al tercer modo de interpretar las eternas repeticiones: el menos pavoroso y melodramático pero también el único imaginable. Quiero decir la concepción de ciclos similares, no idénticos. Imposible formar el catálogo infinito de autoridades: pienso en los días y las noches de Brahma; en los períodos cuyo inmóvil reloj es una pirámide, muy lentamente desgastada por el ala de un pájaro, que cada mil y un años la roza; en los hombres de Hesíodo, que degeneran desde el oro hasta el hierro, en el mundo de Heráclito, que es engendrado por el fuego y que cíclicamente devora el fuego, en el mundo de Séneca y de Crisipo, en su aniquilación por el fuego, en su renovación por el agua; en la cuarta bucólica de Virgilio y en el espléndido eco de Shelley; en el Eclesiastéis; en los teósofos; en la historia decimal que ideó Condorcet, en Francis Bacon y en Uspensky; en Gerald Heard, en Spengier y en Vico; en Shopenhauer, en Hemerson; en los First principles de Spencer y en Eureka de Poe... De tal profusión de testimonios bástame copiar uno, de Marco Aurelio: "Aunque los años de tu vida fueren tres mil o diez veces tres mil, recuerda que ninguno pierde otra vida que la que vive ahora ni vive otra que la que pierde. El término más largo y el más breve son, pues, iguales. El presente es de todos; morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene. Recuerda que todas las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas y que para el espectador es igual verla un siglo o dos o infinitamente (Reflexiones, 14)



Si leemos con alguna seriedad las líneas anteriores (id est, si nos resolvemos a no juzgarlas una mera exhortación o moralidad), veremos que declaran o presuponen dos curiosas ideas. La primera: negar la realidad del pasado y del porvenir. La enuncia este pasaje de Shopenhauer: "La forma de aparición de la voluntad es sólo el presente, no el pasado ni el porvenir: éstos no existen más que para el concepto y por el encadenamiento de la conciencia, sometida al principio de razón. Nadie ha vivido en el pasado, nadie vivirá en el futuro; el presente es la forma de toda vida" (El mundo como voluntad de representación, primer tomo, 54). La segunda: Negar, como el Eclesiastés, cualquier novedad. La conjetura de que todas las experiencias del hombre son de algún modo) análogas, puede a primera vista parecer un mero empobrecimiento del mundo.

Mucho escritores opinan que la historia es cíclica, que el presente estado del mundo con sus por menores más ínfimos tarde o temprano volverá...

Si los destinos de Edgar Allan Poe, de los vikings, de judas Iscariote y de mi lector secretamente son el mismo destino -el único destino posible-, la historia universal es la de un sólo hombre. En rigor, Marco Aurelio no nos impone esta simplificación enigmática. (Yo imaginé hace tiempo un cuento fantástico, a la manera de León Bloy: un teólogo consagra toda su vida a confutar a un heresiarca; lo vence en intrincadas polémicas, lo denuncia, lo hace quemar. En el Cielo descubre que para Dios el heresiarca y él forman una sola persona). Marco Aurelio afirma la analogía, no la identidad de los muchos destinos individuales. Afirma que cualquier lapso -un siglo, un año, una sola noche, tal vez el inasible presente- contiene íntegramente la historia. En su forma extrema esta conjetura es de fácil refutación: un sabor difiere de otro sabor, diez minutos de dolor fisico no equivalen a diez minutos de álgebra. Aplicada a grandes períodos, a los setenta años de edad que el Libro de los Salmos nos adjudica la conjetura es verosímil o tolerable. Se reduce a afirmar que el número de percepciones de emociones, de pensamientos, de vicisitudes humanas, es limitado, y que antes de la muerte lo agotaremos. Repite Marco Aurelio: "Quien ha mirado lo presente ha mirado todas las cosas: las que ocurrieron en el insondable pasado, las que ocurrirán en el porvenir" (Reflexiones, libro sexto, 37).

En tiempos de auge la conjetura de que la existencia del hombre es una cantidad constante, invariable, puede entristecer o irritar; en tiempos que declinan (como éstos) es la promesa de que ningun oprobio, ninguna calamidad, ningún dictador podrá empobrecernos.



Nadie ha vivido en el pasado, nadie vivirá en el futuro; presente es la forma de toda vida


Jorge Luis Borges

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reflejo [2005-01-11 06:11:27 +0000 UTC]

LA SUBNORMALIDAD
O EL CAMINO DEL PARAÍSO
FRANCESC ARROYO
Prólogo de Escritos subnormales editado por Seix Barral.

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La historia llamada contemporánea se escribe sobre la derrota de Dios. Después de Galileo, ya no era necesario para mover los cielos; Hobbes y Cromwell lo expulsaron del Derecho; Kant, del conocimiento; Darwin, de la naturaleza. Perdido definitivamente un punto de referencia que se creyó perpetuo, el hombre vino a constituirse en nuevo norte para brújulas de navegantes desquiciados. El hombre se creó a sí mismo a su imagen y semejanza y se prometió los más perfectos paraísos para cuando llegase el momento. Expulsado del edén pasado, se concedió el futuro y esa concesión, sobre la que cabalgan Marx y Bakunin, sirvió como paraíso a los discursos sobre la felicidad eterna y terrenal.
Pero no hay edén sin prohibición, ni prohibición que no esté formulada para su vulneración. Así es que el hombre, por segunda vez, perdió su útil inocencia y mordió la manzana del nuevo paraíso y, tras la dulce cáscara de la palabra, descubrió la realidad amarga, y Manuel Vázquez Montalbán pudo enunciar un hecho: "Poner nombre a las cosas que ya están ahí es el único recurso de ese esfuerzo intelectual que consiste en crear paraísos artificiales de lenguaje". Y remataba: "La magia de la palabra es la única fuerza que los intelectuales especulativos pueden oponer a la obscenidad de lo real. De todas las traiciones que comete el intelectual sólo hay una grave: creer que ha entendido algo por el mero hecho de haber sido capaz de ordenar una determinada parcela del lenguaje."

En 1970 habían pasado ciento veintidós años desde que el Manifiesto comunista nos instalara en el paraíso de la creencia en el futuro. Ese año, el Manifiesto subnormal, de Manuel Vázquez Montalbán, levanta acta de su imposibilidad inmediata. Todavía se sabía que de una consigna racional, en el sentido cartesiano del término, como "libertad, igualdad, fraternidad", podía derivarse Auschwitz y estábamos a punto de no poder olvidar que de la propuesta antagónica podía derivarse el Gulag. Era, sí, el tiempo del pecado, nuevamente original, que consiste en saber que el mal existe. Esta vez, el mal histórico.
La izquierda, en general, se había construido ideológicamente sobre la afirmación de la bondad universal e innata del hombre enunciada por Rousseau. Había relegado al baúl de la prehistoria la existencia del mal, y su mera enunciación era observada como una veleidad pequeñoburguesa, cuando no se empleaban palabras más fuertes. Por ejemplo, un rojo abanderado de la verdad, hoy en las filas del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), tras haber dado un rodeo por el Partit dels Socialistes Unificat de Catalunya (PSUC), no dejó de anotar en voz alta que el Manifiesto subnormal "olía a fascismo".

¿Qué era tan extraño libro? Se podría decir que era, y sigue siendo, el libro de Manuel Vázquez Montalbán. Ése en el que un escritor vierte todo lo que lleva dentro. Resumen, síntesis, anteproyecto de obras ya realizadas y por venir. El lector de la obra vazquezmontalbaniana puede encontrar en el Manifiesto desde anotaciones que parecen propias de su Informe sobre la información, hasta rasgos inequívocos de La educación sentimental, su primer libro de poemas, pasando por fragmentos que parecen extraídos de Movimientos sin éxito, el segundo, o de Recordando a Dardé, su primera novela, hoy inencontrable.Todo ello sin olvidar que el mismo espíritu de desconfianza hacia la labor literaria que se da en el texto fue formulada ese mismo año en la Poética que precedía la selección de sus poemas en Nueve novísimos, y que la desazón del izquierdista frente al sistema -la lucidez que acarrea la subnormalidad- es, en el fondo, el tema central de casi todas las novelas de la serie Carvalho, incluida la primeriza, y sin embargo espléndida, Yo maté a Kennedy. Por no citar la evidencia de que Happy end es la novela del final feliz imposible, mensaje explícito en el Manifiesto, y que lo propio ocurre con El pianista, una obra donde la organización del tiempo narrativo no es algo gratuito, sino que le da el sentido del final feliz cuyo futuro infeliz ya se conoce.
No, no había fascismo. Sí había, en cambio, la olorosa chamusquina del vencido por la historia. Del peatón de la historia, escribió por aquella época en la revista Triunfo. Un peatón que, para colmo, debía apechugar con su propia invalidez y andar por la vida con muletas que le sostuvieran el ánimo, que le ayudaran a mantener el temple necesario para sobrevivir en los cuarteles de invierno del alma, único refugio individual ante el avasallamiento de los mensajes.

El Manifiesto subnormal se estructuraba en dos partes: la teoría y la práctica. Términos sacados de las biblias izquierdistas, de Marx y Engels, enriquecidas con las interpretaciones de los profetas del nuevo testamento, desde Marcuse a la escuela de Francfort, pasando por Pasolini y Russell. Dos consignas asumen papel protagonista. La primera, sacada de la obra de Dürrematt: "Qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente". Su reformulación teórica es la que sigue: "Teoría de la evidencia. Asumir lo que es evidente, sin pedir explicaciones a la evidencia". La segunda de las consignas está tomada de la observación empírica: "El sistema se sacaba la bomba de la bragueta cada vez que la dialéctica se salía de madre".
Sobre el descubrimiento de la condena eterna, de la expulsión del paraíso, del pecado original, de la muerte del hombre no especificado, Manuel Vázquez Montalbán fue entonando un réquiem que se negaba a serlo con la misma ferocidad con la que Humphrey Bogart se niega, en Happy end, a matar a Lola.
Al igual que Kant expulsaba a Dios por la puerta grande del conocimiento, pero le daba entrada por la pequeña de la fe de su criado, Vázquez Montalbán expulsaba la moralidad de la historia- "la realidad volvió a ser amoral una mañana"- por la puerta grande de la defunción de la idea de progreso, pero le entreabría la puerta a la fe del militante de base. Y la enunciación del cinismo escéptico como norma de vida, expuesta en un verso de un cantable "se vive solamente una vez", dejaba paso a la evidencia de que la vida aún es posible, sin dioses ni tumbas, en la frase siguiente: "Y hay que aprender a querer y a vivir". Era la rebeldía miltoniana. Satanás enfrentado a Dios en un combate de antemano perdido. El hombre asumiendo su ser más allá de paraísos y biblias, armado de una débil aguja para ir intentando reventar las ballenas de la faja con que le aprisiona el sistema: ese equilibrio del terror y del chantaje perpetuo. La subnormalidad asumida sobre la base de dos leyes explícitas: "1. La ley del hábito de la conciencia reflexiva. 2. La ley de la asepsia moral como consecuencia de la saturación de estímulos".
Y, de pronto, "estalló la revolución en forma de verbena". Y nos vimos metidos en un duro berenjenal: "en el absurdo de llamar claro a lo claro, oscuro a lo oscuro", y también en "la ignorancia de que previo al suspiro hubo un lenguaje universal basado en un único fonema, el único que pudo pronunciar el hombre arrojado del paraíso", según escribía el propio autor en las primeras páginas de Cuestiones marxistas.

En el viaje que va de 1970, fecha en la que aparece el Manifiesto subnormal, a 1974, cuando se publica Cuestiones marxistas, Manuel Vázquez Montalbán da a la imprenta un total de 11 títulos. Siendo todos ellos hijos de la pareja formada por su tradición marxista y la resaca resultante del movimiento de 1968, hay cuatro que tienen una entidad netamente diferenciada. Son lo que él mismo ha llamado Escritos subnormales: las dos obras que abren y cierran el período, la novela Happy end y la obra teatral Guillermotta en el país de las Guillerminas. Pero, si los padres son siempre el antecedente más directo de los hijos, conviene no perder de vista a los abuelos, pues, tras las investigaciones de Mendel, es sabido que hay caracteres recesivos capaces de reaparecer cuando menos se les espera. Hay dos de estos caracteres muy presentes en estas cuatro obras como en las 11 del período y, en general, en el conjunto de la escritura a cuatro manos, las del cuerpo y las del alma, de Vázquez Montalbán, a saber, lo que se ha dado en llamar Cultura, así, con mayúscula, y lo que se denomina subcultura.

Manuel Vázquez Montalbán es un hombre que posee la llave del sagrario donde los sacerdotes depositaron la Cultura, para uso y abuso exclusivo de minorías vencedoras de todas las guerras, pero no ha dejado nunca de tener una oreja puesta en la subcultura con la que, a través de radios y televisores, se alimentaban los vencidos de las entreguerras y posguerras. La subcultura, término que no tiene connotación negativa alguna, de la que se nutre MVM antes de escribir estas obras es, fundamentalmente, la televisiva. Pero la de una televisión que no tenía más colores que el blanco y el negro. Y él se transforma en analista de los grises y descubre, aplicando el bísturi de la Cultura a la subcultura, la variedad de tonalidades presentes en la subcultura popular.
Pero Vázquez Montalbán no es sólo un analista sino y, fundamentalmente, un creador, un poeta, en el sentido en que los griegos le daban al término poiesis: transformación creativa. Y así, en estos años, publica dos libros de poesía: Coplas a la muerte de mi tía Daniela y A la sombra de las muchachas sin flor, ambos en 1973, con claras inspiraciones, ya desde el título, de autores tan Culturales como Manrique y Proust, pasados ambos por el tamiz de mayo del 68. Aparecen también dos textos de análisis político: La via chilena al golpe de estado (1973) y La penetración americana en España (1974); dos volúmenes dedicados a la canción: la antología Cancionero general de España (1971) y Joan Manuel Serrat (1972), además de la novela Yo maté a Kennedy (1972) y El libro gris de la TVE (1973).

Podrá parecer una casualidad, pero no lo es en absoluto que una misma estrofa de un cantable se repita en dos libros:

Por nuestra juventud
en que llenos de inquietud
tuvimos fe
y deseos de vencer


eso era, claro está, antes, cuando aún había octubres. Ahora, pregunta en Cuestiones marxistas Groucho Marx:
-¿Estamos en octubre?
-No.
-Qué pena.



Y ahí se acaba porque se ha iniciado un camino que será recorrido sin prisas pero sin pausas y que lleva, inexorablemente, al exterior del paraíso, al lugar de la condena en el que hasta el bigote de Groucho ha dejado de existir.

Pero, ¿qué es el paraíso? Hay un autor marxista y sin embargo inglés que lo ha explicado bien: el paraíso es el lugar en el que el hombre vive liberado de la producción monótona y repetitiva. El mito del paraíso perdido, explica John Bernal, refleja el transito del paleolítico al neolítico. Primero, el hombre era cazador y recolector. Era libre y podía ir donde quisiera. Luego, aprendió a sembrar y la naturaleza lo esclavizó, tuvo que vivir pegado a la tierra, sembrando, regando, recolectando o trillando cuando la física y ya no él había decidido. Más tarde vino la división técnica y social del trabajo, la acumulación de capital, la explotación del hombre por el hombre y la necesidad de magos de las palabras que evitasen que ciertos hombres descubrieran que los causantes de sus condenas no eran tanto las lluvias y los rayos como los intereses de otros hombres. Para eso sirvió durante años el lenguaje, la filosofía y la literatura. Pero también la canción y la pintura, la música y el teatro, artes diversas pero puestas todas al servicio de una misma religión, no importa cuál, que no se recataba en reconocer que esto era un valle de lágrimas a cambio de garantizar la felicidad eterna al precio de la sumisión resignada. Ni siquiera cabía el recurso de protestar por la falta de pañuelos, porque los sacerdotes eran muy suyos y se sacaban la hoguera o el alfanje de la misma bragueta que hoy alberga los misiles disuasorios.
Vinieron luego los ilustrados y uno de ellos proclamó a voz en grito, poco antes de morir acogotado: "la fuerza de la razón y no las armas, propagará nuestra gloriosa revolución". Lo dijo en el francés revolucionario y estentóreo en el que, casi un siglo después, Cohn Bendit y otros tantos arengarían a los nuevos dueños por un día de las calles de París, poco antes de que casi todos crecieran y su aventura vital sirviera para que los publicitarios escribieran, junto a sus fotografías repetidas en el tiempo, el siguiente anuncio, real como la vida misma: "1968: changer la vie. 1988: changer la cuisine". Lo firmaba una marca de muebles. Nadie se preguntó esta vez:

-¿Estamos en octubre?
a lo que cualquiera hubiera podido contestar tranquilamente:
-No.
sin que nadie, o apenas nadie, añadiera
-Qué pena.
Ni siquiera sonó por las emisoras un viejo cantable:

Por nuestra juventud
en que llenos de inquietud
tuvimos fe
y deseos de vencer


En medio quedan, sin embargo, algunas aventuras personales e incluso una letárgica conciencia de que Bernal no lo había dicho todo. No, el paraíso no era sólo la caza, no era sólo un sur real o fingido al que dirigirse. El paraíso era, sobre todo, la conciencia de la existencia del sur. El saber que no había gestos inútiles porque al final de alguna parte estaba, no el lugar del que no se quiere regresar, sino aquél que ya no es necesario buscar. Esa conciencia, ese saber, era lo que había dado vida a tantos esfuerzos de tantos hombres que habían dado su vida y sus esfuerzos porque tenían esa conciencia. Era lo que latía en el trayecto de Humphrey Bogart, en Casablanca y en Happy End. Y hasta el intelectual, "curioso cafre alfabetizado", encontraba sentido a su vida gracias a un imperativo: "Conecta tu malestar al del proletariado, funde tu rebelión en la gran rebelión y sólo así conseguirás dar algún paso en dirección al paraíso", escribió Manuel Vázquez Montalbán en Cuestiones marxistas. Y volvió a escribir poco después en Happy end: "¿Me sigue? Te educan en la esperanza del paraíso y te conducen por el camino que te lleva al absoluto. Y cada día reduces a la escala de tu vida cotidiana la conquista del paraíso y el camino del absoluto. A lo sumo consigues volver a casa y dormir en paz".

He aquí el destino de la vieja historia. El intelectual, al fin, descubriendo, mucho antes de que vinieran los posmodernos a liarla, que la historia es siempre el presente y que nos han tomado el pelo a base de vendernos el mañana prometido a cambio de un hoy que nunca acaba. Ése es el verdadero pecado original. Saber. Saber de la existencia del tiempo. La inocencia es, precisamente, la no ciencia, el no saber. Pero el hombre quiso ser como Dios -o en su defecto como el dueño de la empresa o el presidente del consejo de administración de un banco-, comió del árbol de la ciencia del bien y del mal y supo lo que era el bien, por su ausencia, y lo que era el mal. O, para decirlo simplemente: supo. Como el niño descubre la vaciedad de los pronombres, del yo y del tú. El pecador descubre la vaciedad de los adverbios de tiempo, del hoy y del mañana. Inmutables en su sentido en cada amanecer.

Y, sin embargo, "era imposible vivir sin estar en el camino de alguno de estos paraísos, con los labios amorrados a las tetas de uno de los dos absolutos", volvió a escribir refiriéndose a los dos únicos y auténticos paraísos: el pasado, Dios, o el futuro, la dialéctica. En medio, justo en medio, nos hemos quedado un poco todos. Huérfanos de Dios, que murió de muerte natural por obra y gracia de Galileo y Hobbes, de Cromwell y de Kant, de Marx y de Darwin, que lo mataron poco antes de que llegara el chuleta de Nietzsche a apuntarse un asesinato que nunca se hubiera atrevido a cometer.
Con algo bien aprendido del viejo Menelao:
"Aprende que el sentimiento griego de la vida enseña que somos víctimas o verdugos y que las víctimas sólo pueden subdividirse en humilladas y ofendidas. Si eres alto de tensión serás una víctima ofendida y si eres bajo de tensión serás una víctima humillada. Me parece que ya te lo he enseñado todo. De la literatura griega sólo puedo decirte que hay un largo silencio lleno de cuchicheos. Jamás la literatura enseñó nada a nadie. Nada enseña algo a nadie. Ni los ojos. Un impulso te hace vivir y tratas de aprender a vivir, y el aprendizaje sin fortuna es la vida misma".

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susurro [2004-09-24 20:42:46 +0000 UTC]

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reflejo In reply to susurro [2004-09-25 01:59:04 +0000 UTC]

Shu was a princess, Queen of the highway
Sign on the road said: "Take us to Madre"
No one could save her, save the blind tiger
Sebs was a monster, black dressed in leather
Shu was a princess, Queen of the highway

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-aleph- [2004-08-02 22:57:21 +0000 UTC]

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reflejo In reply to -aleph- [2004-08-02 23:44:11 +0000 UTC]

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-aleph- In reply to reflejo [2004-08-02 23:55:36 +0000 UTC]

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reflejo In reply to -aleph- [2004-08-03 04:57:42 +0000 UTC]

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-aleph- In reply to reflejo [2004-08-03 13:48:29 +0000 UTC]

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reflejo In reply to -aleph- [2004-08-04 17:14:13 +0000 UTC]

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-aleph- In reply to reflejo [2004-08-05 10:28:28 +0000 UTC]

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reflejo In reply to -aleph- [2004-08-05 15:01:30 +0000 UTC]

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-aleph- In reply to reflejo [2004-08-05 16:36:31 +0000 UTC]

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reflejo In reply to -aleph- [2004-08-12 15:17:47 +0000 UTC]

Corre Patrix, corre!

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-aleph- In reply to reflejo [2004-08-12 21:35:11 +0000 UTC]

si, correr!
er!
er!
er!

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nenina [2004-04-01 14:19:35 +0000 UTC]

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reflejo In reply to nenina [2004-04-01 14:34:07 +0000 UTC]

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nenina In reply to reflejo [2004-04-01 14:42:25 +0000 UTC]

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reflejo In reply to nenina [2004-04-01 15:03:51 +0000 UTC]

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nenina In reply to reflejo [2004-04-01 15:07:00 +0000 UTC]

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reflejo In reply to nenina [2004-04-01 15:16:43 +0000 UTC]

Acido de bateria y una aceituna

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reflejo [2004-02-01 04:43:29 +0000 UTC]

"La mirada del basilisco era venenosa; la Divinidad, en cambio puede matar a puro explendor --- o a pura irradiación de mana. La visión directa de Dios es intolerable. Moisés cubre su rostro en el monte Horeb porque tuvo miedo de ver a Dios; Hákin, profeta de Jorasán, uso un cuádruple velo de seda blanca para no cegar a los hombres, tambien Isaías, VI, 5 y 1 Reyes, XIX, 12."

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reflejo [2004-02-01 04:29:17 +0000 UTC]

dice borges "yo he sospechado alguna vez que la distincion radical entre la poesia y la prosa esta en la muy diversa expectativa de quien las lee: la primera presupone una intensidad que se no se
tolera en la ultima"

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reflejo [2003-12-05 00:31:24 +0000 UTC]

"The music was new
black polished chrome
And came over the summer
like liquid night.
The DJ's took pills to stay awake
and play for seven days"

Fragmento de Latino Chrome

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reflejo [2003-10-10 16:00:04 +0000 UTC]

"Und der Haifisch
der hat Zähne
und die trägt er im Gesicht

und MacHeath der hat ein Messer

doch das Messer sieht man nicht.

An 'nem schönen blauen Sonntag
liegt ein toter Mann am Strand
und ein Mensch geht um die Ecke

den man Mackie Messer nennt.

Und Schmul Meier bleibt verschunden

und so mancher reiche Mann

und sein Geld hat Mackie Messer

dem man nichts beweisen kann.

Jenny Towler ward gefunden
mit 'nem Messer in der Brust

und am Kai geht Mackie Messer

der von allem nichts gewußt.

Wo ist Alfons Glite
der Fuhrherr?
Kommt das je ans Sonnenlicht?
Wer es immer wissen könnte -
Mackie Messer weiß es nicht.

Und das große Feuer in Soho

sieben Kinder und ein Greis

in der Menge Mackie Messer
den man nichts fragt und der nichts weiß .

Ach
es sind des Haifischs Flossen rot

wenn dieser Blut vergießt!
Mackie Messer trägt 'nen Handschuh

drauf man keine Untat liest.

An der Themse grünem Wasser
fallen plötzlich Leute um!
Es ist weder Pest noch Cholera

doch es heißt: MacHeath geht um.

Und die minderjähr'ge Witwe

deren Namen jeder weiß

wachte auf und war geschändet

Mackie welches war Dein Preis!
Wachte auf und war geschändet

Mackie welches war Dein Preis!"

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reflejo [2003-10-10 04:19:03 +0000 UTC]

"There is an idea of a Patrick Bateman. Some kind of abstraction. But there is no real me, only an entity. Some kind of illusory. Although I can hide my cold gaze and you can shake my hand and feel flesh ripping yours: I'M SIMPLY NOT THERE."

[link]

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reflejo [2003-10-09 15:58:00 +0000 UTC]

"You hear that Mr. Anderson? That is the sound of inevitability. It is the sound... of your death."


[link]

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reflejo [2003-10-08 16:02:11 +0000 UTC]

"Todos quieren lo mismo, todos quieren lo mismo" ,
Psycho therapy

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reflejo [2003-07-07 03:50:52 +0000 UTC]

un secuencia en el denso aire
escena de una realidad confusa
quizas finalmente despierte, pero no sera hoy

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