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¡Boom! Se escuchó en la gran ciudad de Edén a tempranas horas de la mañana, después de que una eriza de largas púas rojas y tez azul conectara una pinza pasa corrientes a un nodo eléctrico. Poco falto para que el taller en donde se encontraba saliera volando por los aires, pero el daño solo se limitó a dejar al lugar sin un techo.
La eriza quedo toda cubierta de hollín mientras tosía pedazos de escombro.
—Eso no salió como esperaba —dijo la eriza mordiéndose la uña del pulgar.
Pronto alguien más llegaría a la escena, un toro vestido en overol entro por lo que quedaba del marco de la puerta solo para fruncir el ceño al posar sus ojos sobre la eriza.
El toro echó a la eriza a la calle junto con las cosas que había en el cuarto de las escobas que ella solía llamar oficina. Herramientas, planos y unos cuantos lápices, pero lo único que ella recogió del suelo fue un cartel en donde se promocionaba una campaña por parte de la compañía Hexcura para contratar inventores. Exhaló profundamente cuando vio resaltada con marcador la fecha del evento, pues este era el último día para participar.
No paso mucho tiempo antes de que alguien más le hiciera compañía. Una cerdita de cabello castaño, blusa corta, chaqueta de mezclilla y un pantalón con rasgaduras se acercó llevando consigo un gran vaso con malteada.
—Hasta que al fin te despidió —dijo la cerdita sorbiendo de su bebida—. Honestamente, ya se estaba tardando.
—¡F-franny! —dijo la eriza—. ¿Tú que haces aquí?
—¿Bromeas? Escuche tu desastre tres cuadras atrás —dijo la cerdita carcajeándose en silencio—. Ahora si te volaste el techo, Sefi.
Ocultando la cara roja como un tomate, Sefi se refugió en su propio regazo para no ver a su amiga a los ojos.
—Ánimo, te invito un café y me cuentas como estuvo —propuso Franny, dándole una palmada en el hombro.
Juntas fueron hasta una fonda cercana. Había mucha gente a pesar de lo sucio que se veía el lugar y que el mesero se veía como jabalí recién salido del bote.
—Dos cafés para estas chicas malas, please —dijo Franny al escoger la mesa cercana a la ventana para luego subir los pies en ella.
—Eso es de mala educación —dijo Sefi apuntando a las piernas de Franny.
—Solo mira a tu alrededor, a nadie le importa —dijo Franny poniéndose aún más cómoda—. Vamos, siéntate que se enfría el asiento.
Sefi usaba un overol cubierto de grasa, aceite y hollín, y aun así, le daba asco ver lo manchada que estaba la mesa y el asiento.
—¿Cómo es que nadie se queja de este lugar? —susurro Sefi tapándose la nariz cada vez que el mesero caminaba entre mesas.
—Es lo que hay, nena —dijo Franny mirando al techo—. Tampoco es que tengan mucha opción, muchos negocios cerraron para unirse a Hexcura corp.
La cerdita se acercó apoyando el codo sobre la mesa.
—Ahora sí, cuéntame de tu travesura de hoy —susurro la cerdita con una maliciosa sonrisa.
Sutilmente, Sefi se metió la mano en el escote para sacar una gema roja atada como un pendiente, el interior de la gema estaba en constante movimiento como si en su interior se encontrara un fluido.
—Hace unos días, descubrí esta gema mientras probaba mi detector de frecuencias —susurro Sarah vigilando a su alrededor por vistas curiosas.
—¿La cosa esa que te pone las púas de punta? —dijo Franny aguantándose la risa.
—Sí... esa —dijo Sefi mirando a su amiga con el labio a punto de mostrar el colmillo—. Esta gema tiene una frecuencia energética única. Intente acoplarla a un prototipo para aprovechar su poder, pero creo que fue demasiado.
—¿Todo por una gema? Sí que sabes escoger joyería —comento Franny de forma burlona—. Al menos no se puede poner peor ¿Verdad?
—Sí... cierto —dijo ella con cierto temblor en su voz.
—Al menos algo aprendiste —pregunto Franny mirando a los ojos vidriosos de Sefi—. Te apuraste en conseguir algo, pero así no es como se hacen las cosas. Lo que hagas debería ser con calma y de corazón.
Las palabras de Franny le cayeron como dagas en la espalda, dejando a Sefi con la cabeza recostada sobre la mesa.
—Hablando de eso —dijo Franny seleccionando una fotografía en el teléfono—. ¿Recuerdas el viejo edificio que mi padre no ha querido rentar?
—¿El palacio de Blackquill? —dijo Sefi poniendo sus ojos sobre la foto de una mansión abandonada—. Creo que lo mencionaste en otra ocasión.
—Pues la he estado arreglando en secreto —dijo Franny sonriendo como una campeona—. Al fin podre abrir la cafetería que tanto he estado deseando.
—Eso es maravilloso, Franny —exclamo Sefi ovacionando a su amiga.
—Ahora solo me falta el personal —menciono Franny fijando la mirada sobre Sefi como un halcón a su presa—. ¿Qué me dices? ¿Te gustaría trabajar para mí?
Sefi no dejo de balbucear, ni siquiera podía desviar la vista sin sentir a los ojos de su amiga, ejerciéndole presión.
—Si quieres tomate tu tiempo —dijo Franny levantándose de la mesa—. En unos cuantos días tendré todo listo. Piensa que es como una oportunidad de empezar de nuevo.
Se despidió y camino directo hacia la salida, dejando a Sefi en la mesa esperando por dos insípidos cafés que bien podrían ser fango y una cuenta que le arrebato las últimas monedas del bolsillo.
Sefi volvió a casa solo para darse cuenta de que sus pertenencias estaban guardadas en cajas frente a su puerta. Dejaron una carta en la entrada declarando que se le había desalojado, muchos vecinos se habían quejado del ruido, además de que los pagos ya estaban atrasados. No le quedo otra que tomarse la mañana para llevar sus cosas hacia un almacén.
Llego el medio día y buscando algo para despejar su mente, Sefi se fue a la zona industrial de la ciudad para escudriñar entre sus desechos y encontrar algo útil que pudiera reciclar para sus propias invenciones. Mientras ella escarbaba en la basura, tarareaba una melodía que hacía volar al tiempo.
Después de mucho buscar, apenas y pudo conseguir un par de piezas útiles que aún no fueron consumidas por el óxido, pero nada que pudiera usar de forma inmediata. Sin nada más que hacer, ella intentó abandonar el contenedor de basura al que se metió, solo para resbalar con una mancha de aceite y caer hasta el fondo.
Riendo por no llorar, miró las nubes en el cielo y estiro la mano como si las quisiera alcanzar. En poco tiempo, sus parpados se volvieron pesados y todo se oscureció.
En medio de la oscuridad, ella escuchó el latido de un corazón, las ondas de sonido levantaba olas en el suelo como si fuera agua y recorrían su cuerpo haciéndolo vibrar.
Cada paso en el vacío se volvió pesado, pero ella no tenía intención de detenerse, siguió caminando hasta que sus rodillas no pudieron soportar la presión y sus codos tocaron el suelo. Aun con eso ella no dejaba de avanzar.
—Está... llamándome—dijo ella alzando la mirada.
En el momento que unos ojos color carmesí se asomaron desde la oscuridad, todo se desvaneció de golpe y el mundo se puso de cabeza.
Sefi cayó en una caja de metal con montones de basura alrededor, pero a esta caja le rugió el motor cuando los neumáticos comenzaron a moverse.
—¡No esperen, yo sigo aquí! —gimoteo Sefi golpeando los muros, pero nadie afuera la escucho.
El camión continuo su ronda sin darse cuenta de que llevaba un polizón en su interior.
Pasaron horas en las que Sefi no pudo hacer más que llorar en una esquina esperando a que en algún momento se abriera la salida.
En cuanto el camión dejo de moverse, se puso de pie esperando poder salir de ahí, pero en cuanto la compuerta se abrió, se puso tan pálida como un fantasma, pues frente a ella no había más que un precipicio al que no le veía el fondo.
Intento aferrarse a lo que pudo, pero la basura termino arrastrándola como si fuera la corriente de un río en camino a una catarata.
Pataleo como loca mientras caía hasta atravesar la densa niebla que ocultaba todo un páramo cubierto de desperdicio que no dejaba de llover desde lo alto.
Cerro los ojos pensando que llego su final al ver el suelo cada vez más cerca, sin embargo, se detuvo a mitad del aire, pues las correas de su overol se atoraron con un tubo de metal que sobresalía de una vieja torre de acero.
Para su mala suerte, la parte oxidada del tubo comenzó a romperse. Mientras escuchaba el crujir del metal, intento alcanzar la torre para sostenerse, aunque estaba demasiado lejos. Eventualmente, el tubo se partió a la mitad continuando la caída.
Ya para ese punto ella se encontraba a un par de metros del suelo, pero desde su punto de vista era como hubiera caído desde lo alto de un edificio. Aterrizo de espaldas sobre un montón de bolsas de basura que amortiguaron la caída, pero en su rostro se reflejaba que estaba completamente ausente. Se encontraba sonriendo y soltando risitas, pero con el rostro pálido y la mirada perdida. Más que nada se escuchaba el tamboreo de su corazón que andaba como loco después del susto.
Recobro la conciencia unos minutos después para ver el crepúsculo en el horizonte, los escasos rayos del sol le mostraron un páramo que para cualquier persona solo se trataría de un vertedero de basura, pero para ella era como una tierra llena de oportunidades. Vehículos, aparatos electrónicos, grúas y piezas de viejas construcciones, entre todo, contaba la historia y el progreso que la ciudad tuvo a través del tiempo.
Se puso a escarbar por todos lados para reunir varias piezas de metal y cable. Usando las herramientas que llevaba en el bolsillo de su overol, comenzó a darle forma a todo lo que consiguió. Durante su proceso, ella no dejó de tararear la misma canción de siempre, que aumentaba en volumen, al igual que su concentración.
Al cabo de un par de minutos, se armó un arnés de brazo capaz de disparar un cable con un garfio al final. Aunque, el disparo no alcanzaba más que unos cuantos metros de distancia, era capaz de recogerse a sí mismo gracias al mecanismo cilíndrico que enrollaba al cable.
Por un momento ella pensó en utilizar la gema escondida en su escote para potenciar el disparo, pero al imaginarse la posibilidad de que el mecanismo le volará el brazo en pedazos, esa opción solo llego a darle escalofríos en todo el cuerpo.
De pronto, un fuerte sonido proveniente del bosque fuera del páramo, llego a sus oídos. Se escuchaba como el lamento de una persona que logro que el cabello se le erizara. Era un sonido imposible de ignorar, por lo que, aun sintiendo las piernas como gelatina, se adentró en la oscuridad del bosque para buscar de donde provenía el sonido sin darse cuenta de que un par de figuras ocultas en las sombras vigilaban sus movimientos.
"Debe ser alguien que pide ayuda" pensó ella mordiéndose el labio superior para disipar los peores pensamientos de su mente. Entre más se acercaba, más fuerte se escuchaba el lamento y otros sonidos comenzaban a aparecer. El rasgar del metal se escuchaba fuertemente, haciendo eco entre los árboles y provocando que la piel le hormigueara sin control.
Cualquier otro hubiera dado la vuelta y corrido, pero Sefi no dejaba de tararear su canción en cada paso que daba para seguir avanzando. Así lo hizo hasta llegar a la fuente del ruido, para su sorpresa no se trataba de una persona sino de una criatura desconocida cuyo cuerpo imitaba al de un ser bípedo.
La criatura se encontraba arrancando piezas de los autos atorados bajo los árboles y añadía cada pedazo de metal a la brea que conformaba su cuerpo.
En ese momento, Sefi pudo sentir un fuerte latido proveniente de su escote, que de forma errónea estuvo confundiendo con los latidos de su propio corazón, pero se trataba de la gema que ella poseía y que emitía un brillo rojo cada vez más intenso conforme se acercaba a la criatura.
Fue en ese entonces que la criatura detuvo lo que estaba haciendo, una protuberancia de color rojizo se movió a través de su cuerpo y fijo su atención en la chica que lo observaba desde la distancia.
Sefi se echó a correr en cuanto la criatura la tuvo a la vista, pero al monstruo no le tomo mucho tiempo para recortar la distancia que había entre ellos.
Ella no era especialmente veloz, pero era más pequeña que la criatura y podía maniobrar entre el denso bosque, mientras que el monstruo despedazaba cada rama que se atravesaba en su camino con largas garras metálicas que partía todo obstáculo como si fuera mantequilla.
Los árboles del bosque caían como dominós al paso de la criatura mientras Sefi corría sin parar hasta sentir el ardor en los muslos. No tardo mucho en volver devuelta al páramo, en donde la criatura ya no tuvo ningún obstáculo en su camino.
Frente a ella se encontraba un terreno parecido a un muelle de carga, varios juegos de grúas reposaban entre los escombros. Las pilas de rocas sostenían todo el peso de la estructura, como si todo esto hubiera caído ahí hace relativamente poco.
Con el arnés, intento apuntar lo más alto que posible, esperando engancharse a las viejas grúas, pero ni el viento, ni su puntería le jugaron a favor, pues al disparar, el gancho termino atorándose en una pequeña roca del cúmulo donde se encontraba reposando al pie de una de las grúas.
De pronto, Sefi sintió como algo se anclaba a su pierna, pues la criatura había estirado la parte viscosa de su cuerpo para atraparla y jalarla hacia ella, pero el gancho evitaba que pudiera acercarla hacia su cuerpo.
No supo que cedería primero, su brazo, el cable o la piedra donde se enganchó, aunque era claro que ella no podría resistir por mucho tiempo.
En un desesperado intento de escapar, desabrocho los seguros de su overol, dejando que la criatura le arrancara la prenda de golpe y ella saliera disparada en dirección contraria. Al hacer esto, el gancho se zafó desprendiendo la roca del montículo, provocando que la grúa perdiera estabilidad y girará cuesta abajo dirigiéndose hacia la criatura.
La criatura terminó siendo aplastada por la enorme grúa, dejando nada más que polvo y metal en su lugar junto con los restos del montículo rodando hacia abajo.
—¡¿Qué diablos era esa cosa?! —dijo Sefi esperando que no le explotara el corazón—. ¡Quiero irme a mi casa! Tengo hambre, frío y me acabo de quedar sin pantalones ¡Este lugar es de lo peor!
A mitad de su rabieta, una luz llamo su atención. En el lugar donde estuvo la criatura ahora había otra gema incluso más grande que la que tenía, pero esto solo trajo más dudas que respuestas.
—Pero que... —alcanzo a decir Sefi antes de sentir algo golpeando su cuello y que su cuerpo perdiera sus fuerzas en menos de un parpadeo.
Todo se escuchaba como si tuviera eco y nada era distinguible a su vista, pero pudo percatarse de que un par de sujetos con un uniforme se acercaron hacia ella soltando palabras que ya no alcanzaba a escuchar.
Uno de los sujetos acerco un aparato hacia ella y al ver una luz verde ambos tipos dejaron escapar sus risas. Después de eso, ya no pudo saber lo que paso, pues todo se tornó oscuro y sus sentidos se apagaron por completo.
Continuará...